Artículo basado en el libro: Clama a mi, por Dr. Miguel Núñez.
En su libro, Clama a mí, Miguel Núñez nos invita a mirar la oración no solo como un deber espiritual, sino como un espejo que revela la condición de nuestro corazón. Desde el inicio, el autor lamenta que la oración se haya convertido en “la perla perdida del pueblo de Dios”, usada muchas veces solo como un recurso de emergencia o un ritual para abrir y cerrar actividades eclesiales. Núñez escribe: “Es penoso que sea de esta manera porque se supone que la oración es un medio de gracia que nos permite conectarnos con Dios para expresar el deseo de nuestro corazón, y a su vez poder ser impactados por el deseo del corazón de Dios”.
El autor señala que la manera en que oramos revela mucho más de lo que imaginamos: “Quizás la oración sea la mejor radiografía del corazón. Se dice que el gran predicador escocés del siglo xix, Robert Murray M’Cheyne repetía, “lo que un hombre es de rodillas ante Dios, eso es, y nada más”. Así, nuestras oraciones muestran qué deseamos, qué buscamos, qué nos importa y quiénes nos importan.
Núñez advierte que la falta de oración o la superficialidad en ella es un síntoma de una vida espiritual débil o inexistente. “Lamentablemente, en el día de hoy podríamos decir que la vida de oración de la mayoría de los hijos de Dios es deficiente, en otros inexistente y solo en muy pocos podría ser calificada de vibrante”. Esta realidad, lejos de ser un simple problema de disciplina, es una señal de que hemos perdido de vista la invitación de Dios a acercarnos confiadamente a su trono de gracia.
El autor también explora cómo la autosuficiencia y el ritmo acelerado de la vida moderna han desplazado la oración. “La complejidad de la vida hoy en día también es un obstáculo para la vida de oración porque nuestro tiempo parece estar continuamente consumido por cosas ‘urgentes’ del diario vivir y peor aún, por un bombardeo continuo de información vía las redes sociales y de los teléfonos inteligentes, que nos mantienen en contacto con otras personas, pero que interfieren con nuestra comunicación con Dios. Preferimos la información antes que la oración”.
Finalmente, Núñez nos recuerda que la oración no es un mecanismo para torcer la voluntad de Dios, sino un medio para ser transformados y alineados con sus propósitos. “La idea no es cambiar la voluntad de Dios que es buena, agradable y perfecta, sino ser preparados espiritual, emocional y físicamente, y adquirir discernimiento y sabiduría para atravesar cualquier circunstancia que la voluntad de Dios haya dispuesto para nosotros”.
Preguntas de reflexión:
- ¿Qué revelan tus oraciones sobre tus verdaderos deseos y prioridades?
- ¿De qué maneras la vida moderna ha desplazado tu tiempo de oración y cómo podrías recuperarlo?
- ¿Buscas en la oración cambiar la voluntad de Dios o ser transformado por ella?
Artículo basado en el libro: Clama a mi, por Dr. Miguel Núñez.
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