Basado en el libro: Ama a los que te vuelven loco por Jamie Dunlop
Todos tenemos a alguien en la iglesia que nos cuesta amar. Tal vez no lo admitiríamos abiertamente, pero existen esas personas cuyas palabras nos irritan o cuyas actitudes nos hieren. ¿Qué hacemos con ellas? ¿Ignorarlas? ¿Evitar hablarles? ¿Buscar otra iglesia? Jamie Dunlop, en su libro Ama a los que te vuelven loco, propone algo más profundo: mirar esas relaciones a través del lente del evangelio y descubrir que el amor imposible nace de una misericordia imposible.
El problema no está solo en “ellos”
La reacción más natural cuando alguien nos lastima o incomoda es pensar que el problema está en la otra persona. Pero el evangelio nos invita a mirar dentro de nosotros mismos. Pablo, en Romanos 12, no llama a la iglesia a “soportarse” por obligación, sino a amarse con sinceridad, con un amor que brota del entendimiento de la misericordia de Dios.
Dunlop explica que el amor cristiano no se sostiene en afinidades o personalidades compatibles, sino en el asombro ante la gracia divina. Quien ha sido profundamente perdonado aprende a ver al otro —incluso al que lo hiere— con los ojos de Cristo. El amor a los difíciles no es una carga moral, sino una consecuencia de haber sido amado inmerecidamente.
La misericordia que cambia el corazón
El autor cuenta la historia de un matrimonio sudafricano que, al mudarse a Australia, experimentó un choque cultural dentro de la iglesia. Todo era distinto: el idioma, las costumbres, incluso la forma de vestir. Al principio, se sintieron fuera de lugar y ofendidos por la informalidad. Sin embargo, con el tiempo entendieron que el evangelio trasciende las diferencias culturales: lo que une a la iglesia no es la semejanza, sino la misericordia.
Esa anécdota refleja una verdad poderosa: cuanto más entendemos la misericordia de Dios, más se ablanda nuestro corazón hacia los demás. La misericordia no excusa el pecado ni niega el dolor, pero sí nos recuerda que todos dependemos de la misma gracia. Cuando recordamos cómo Dios nos amó cuando éramos “difíciles”, podemos extender ese amor hacia otros.
La iglesia como taller de amor sobrenatural
Las relaciones en la iglesia no son accidentes; son el escenario que Dios usa para formar nuestro carácter. Cada conflicto, cada incomodidad, cada diferencia es una oportunidad divina para mostrar que Cristo habita en nosotros. Dunlop insiste: “Amar a los que te vuelven loco no es natural, es sobrenatural”.
Esa afirmación cambia por completo la perspectiva. No se trata de ser más tolerantes o pacientes por esfuerzo propio, sino de rendirnos al Espíritu Santo que nos capacita para amar. El amor genuino nace cuando dejamos de ver a los demás como obstáculos para nuestra comodidad y empezamos a verlos como instrumentos de la gracia de Dios en nuestra vida.
La iglesia no es perfecta, y nunca lo será de este lado de la eternidad. Pero en medio de sus imperfecciones, Cristo está mostrando Su gloria. Cada vez que decides amar en lugar de juzgar, perdonar en lugar de huir, y acercarte en lugar de distanciarte, estás participando en esa obra redentora.
Preguntas para la reflexión
- ¿Hay alguien en tu iglesia a quien te cuesta amar? ¿Qué revela eso sobre tu entendimiento de la misericordia de Dios?
- ¿Cómo cambiaría tu actitud si vieras a esa persona como un instrumento de la gracia de Dios en tu crecimiento espiritual?
- ¿Qué pasos podrías dar esta semana para reflejar un amor que solo puede venir de Cristo?
Para más información sobre: Ama a los que te vuelven loco
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