Zacarías

Autor

 Zacarías ocupa el lugar número once entre los llamados Profetas Menores. Igual que Jeremías y Ezequiel, también él fue sacerdote además de profeta. Esto concuerda con el contenido del libro, que trata fundamentalmente sobre los sacerdotes y el templo, y la purificación del pueblo. Iddo, el abuelo de Zacarías, fue un sacerdote que había regresado del exilio con Zorobabel (Neh. 12:4), razón por la cual, es probable que Zacarías fuera compañero de Hageo, aunque menor. Mientras que Hageo centró su atención en la reconstrucción del templo y la restitución del sistema de sacrificios rituales, Zacarías se concentró en la renovación espiritual del pueblo.

CONTEXTO HISTÓRICO DE ZACARÍAS

El libro de Zacarías menciona tres fechas exactas. Las dos primeras (1:1,7) corresponden al segundo año de Darío (Histaspes), es decir, el año 520 a. C., y coinciden con las profecías de Hageo (ver la introducción a Hageo). La tercera (7:1) corresponde al año cuarto del reinado de Darío y señala la llegada de una delegación que había ido a rendir culto al Señor y a preguntar si debían continuar cumpliendo el ayuno en conmemoración de la caída de Jerusalén.


Los caps. 1–8 tratan sobre la reconstrucción del templo, los sacerdotes y el futuro de Jerusalén, en tanto que los caps. 9–14 están dedicados fundamentalmente a un futuro lejano y al advenimiento del reino mesiánico. A causa de esta división, algunos estudiosos creen que estos últimos capítulos pertenecen a un segundo autor. Sin embargo, es igualmente probable que debido a ciertos cambios en el clima social y político de Israel, Zacarías decidiera cambiar el tenor de sus profecías. Si así fuera, es posible que las profecías mesiánicas se hayan dado a conocer alrededor del año 500 a. C.

SIGNIFICADO DEL MENSAJE DE ZACARÍAS

 Zacarías enfatizó la presencia del Señor en medio de Su pueblo (1:16; 9:9-10; 14:4,9) y también la necesidad de obedecerlo, particularmente, en lo concerniente a la justicia, la misericordia, la compasión y la verdad. A Zacarías le preocupaba que los repatriados repitieran los errores de sus antepasados, cuya desobediencia había desatado el castigo de Dios (1:1-6).


Las ocho visiones nocturnas de Zacarías se refieren a los planes del Señor, tanto con relación a Su pueblo en Judá y Jerusalén, como con relación al resto de las naciones. Los diferentes colores de los caballos en la primera y la última visión representan diferentes aspectos del castigo que el Señor impondrá a las naciones. Las visiones centrales muestran que Dios está pronto a restaurar Su relación con el pueblo de Judá y Jerusalén. Los pasos que llevan a la restauración incluyen restituir el sacerdocio, reconstruir el templo y limpiar la tierra de toda iniquidad.


Zacarías, como Hageo, no se limita a hablar de la situación presente de la nación, sino que también se ocupa del futuro. Algunos aspectos de las visiones se refieren al futuro reino mesiánico, particularmente, a la promesa de la venida del Mesías (3:8-10). Zacarías explicó que el Mesías reuniría los oficios de sacerdote y rey en una sola persona (3:8; 6:12-13) y que sería Dios mismo (12:10; 13:7). Zacarías afirmó categóricamente que Yahvéh será «rey sobre toda la tierra» (14:9; comp. 2:10-12; 8:20-23) y dijo, asimismo, que el Mesías, representante de Dios, sería «rey» (9:9-10; comp. 3:8; 6:12-13; 11:4; 13:7). Además, presagió lo que acontecería en la cruz de Jesucristo, al poner de relieve el rechazo sufrido por el representante de Dios (11:4-13) y la consiguiente necesidad de purificar la tierra (12:10–13:1).


El Señor habita en medio de Su pueblo y quiere bendecirlos, pero ellos se empeñan en desobedecerlo y seguir sus propios caminos. Esta es la tensión que Zacarías, igual que muchos otros profetas antes que él, planteó en su mensaje. Y es la misma tensión que hoy experimentamos en la iglesia. Necesitamos el mensaje de Zacarías para que guíe nuestro pensamiento hacia el plan de bendición y purificación que Dios tiene para nuestra vida.


Resulta alentador para el creyente, y una señal para el no creyente, comprobar cuántos aspectos de la vida y el ministerio de Jesús fueron anunciados con mucha anticipación por los profetas del A. T. En tal sentido, se considera que el libro de Zacarías, junto con Isaías y los Salmos, es una obra de valioso contenido mesiánico.