Nahúm
CONTEXTO HISTÓRICO DE NAHUM
En su afán de obtener riquezas y afianzar su poder, los asirios practicaron violencia y crueldad con las demás naciones. Así provocaron la destrucción de Samaria, capital de Israel, y más tarde invadieron Judá, en tiempos de Ezequías. La metodología empleada para la construcción del Imperio consistía en imponer el pago de tributos anuales a sus vasallos, seguido de la invasión del territorio en caso de incumplimiento. Luego, el monarca asirio designaba un rey títere para ocupar el trono de la nación insurrecta. Si la insurrección persistía, dicha nación se incorporaba directamente al Imperio. Esta descripción corresponde al período denominado neo-asirio, durante el cual el Imperio se extendió hasta Babilonia en el sur, la región siro-palestina en el noroeste, Egipto en el suroeste, y la región de Turquía en el norte.
Resulta sorprendente que un rey malvado como Acaz tuviera un hijo como Ezequías, que condujo nuevamente a la nación a servir al Señor. Quizá Miqueas e Isaías tuvieron cierto grado de influencia sobre el joven príncipe, antes de que llegara a ocupar el trono como único monarca, al morir su padre. A diferencia de sus antecesores, Ezequías destruyó los lugares altos y otros símbolos de idolatría (2 R. 18:4). Lamentablemente, esta reforma religiosa no llegó a lo profundo del corazón de la gente, y el propio hijo de Ezequías, Manasés, no tardó en revertir todo lo bueno que su padre había realizado.
SIGNIFICADO DEL MENSAJE DE NAHUM
Nahum resumió el mensaje del libro en su declaración inicial sobre el terrible poder de Dios cuando se desata en ira y en castigo. Dios es bueno, pero en Su bondad están contenidos tanto Su amor por aquellos que depositan en Él su confianza, como también Su justicia para con aquellos que están enemistados con Él. Nínive, capital de un Imperio que sometía a los pueblos con violencia y crueldad, ahora debía enfrentar el juicio divino. Dios y Su justicia exigían corregir esa situación. Esto es lo que Nahum quiso decir al afirmar que el Señor «… se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos» (1:2).
¡Qué duro es observar lo que ocurre en nuestro mundo! Los atentados terroristas parecen haberse extendido por todo el planeta; los dictadores someten a los pueblos mediante el uso de la fuerza y los asesinatos; nuevas guerras estallan a cada momento y nunca logran solucionar los problemas en forma definitiva. Nahum nos asegura que nadie que practique la maldad podrá escapar de la justicia divina. El anhelo de justicia es inherente al espíritu humano, por lo tanto, es esperanzador saber que el mal finalmente será derrotado. Pero Nahum también nos advierte que debemos asegurarnos de buscar refugio en Dios. El juicio divino es una espada que no podremos eludir mediante la hipocresía.