Miqueas

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Miqueas fue un profeta del siglo viii a. C., oriundo de Moreset-gat (1:14), una aldea ubicada a unos 40 km (25 millas) al suroeste de Jerusalén, en la región de Judá. Sin embargo, es probable que haya vivido en Jerusalén mientras desempeñó su ministerio, durante los reinados de Jotam (750–732 a. C.), Acaz (735–715 a. C.) y Ezequías (715–686 a. C.), reyes de Judá. La mención de estos tres reyes no significa que la actividad profética de Miqueas se haya extendido desde el año 750 hasta el 686 a. C., sino que su ministerio abarcó momentos de cada uno de estos reinados. Dado que predijo la caída de Samaria (722 a. C.), es probable que la mayor parte de su actividad profética haya estado comprendida entre los años 750 y 725 a. C. Según Jer. 26:17-18, Miqueas profetizó en tiempos de Ezequías. De todos modos, es difícil establecer una fecha exacta para cada una de las profecías contenidas en el libro. Miqueas fue contemporáneo de Isaías, de Oseas y, posiblemente, de Amós. Sus profecías estuvieron dirigidas a Jerusalén y Samaria, ciudades capitales del reino del sur (Judá) y del norte (Israel), respectivamente. Aunque Miqueas desempeñó su ministerio en Judá, algunos de sus mensajes iban dirigidos a Israel.

CONTEXTO HISTÓRICO DE MIQUEAS

En los primeros tiempos de Miqueas, Judá, gobernada por Jotam, era un reino fuerte, pero ya se percibía la necesidad de una reforma religiosa, algo que se hizo más evidente durante el reinado del hijo de Jotam, Acaz. La situación tanto política como religiosa de Judá sufrió un visible deterioro durante el reinado de este.


Resulta sorprendente que un rey malvado como Acaz tuviera un hijo como Ezequías, que condujo nuevamente a la nación a servir al Señor. Quizá Miqueas e Isaías tuvieron cierto grado de influencia sobre el joven príncipe, antes de que llegara a ocupar el trono como único monarca, al morir su padre. A diferencia de sus antecesores, Ezequías destruyó los lugares altos y otros símbolos de idolatría (2 R. 18:4). Lamentablemente, esta reforma religiosa no llegó a lo profundo del corazón de la gente, y el propio hijo de Ezequías, Manasés, no tardó en revertir todo lo bueno que su padre había realizado.

SIGNIFICADO DEL MENSAJE DE MIQUEAS

El libro de Miqueas consta de dos ciclos; cada uno describe el castigo divino a causa del pecado, seguido de la promesa de restauración futura. El primer ciclo se centra especialmente en Samaria (Israel) y Judá, mientras que el segundo está dirigido al pueblo de Dios en sentido más amplio. El primer ciclo alcanzó notoriedad debido a la predicción del lugar donde habría de nacer el Mesías (5:2), mientras que en el segundo ciclo encontramos la impactante afirmación del profeta sobre la responsabilidad del ser humano frente a Dios (6:8).


Miqueas sintió profundamente la necesidad de justicia social, expresada a través de la correcta administración de justicia en los tribunales (3:11; 7:3), o a través de la honestidad en la actividad comercial (6:10-11), o del ejercicio responsable de la autoridad y el poder (2:1-2,8-9; 3:1-3,9-10; 6:12; 7:2-6). Según Miq. 6:8, la relación personal con Dios es fundamental y define todas las demás. Puesto que la práctica de la justicia y la misericordia son requisitos que el Señor nos exige, «humillarse ante Dios» necesariamente implica establecer relaciones de justicia con todas las demás personas. Y para determinar qué es lo justo, el único parámetro válido es lo que Dios ya le ha mostrado a la humanidad que es «bueno». El tema de la justicia social hace que Miqueas posea enorme vigencia como un profeta que tiene mucho que decir a todas las generaciones.


Otro tema central en este libro es el verdadero culto al Señor. Igual que Amós, Miqueas aborrecía un sistema religioso rico en expresiones rituales, pero muy pobre en arrepentimiento. El profeta reprendió a la gente, instando a que se entregara por completo al Señor. Esto implicaba «humillarse ante Dios», renunciar a adorar a otros dioses (1:6-7; 5:13) y renunciar también a todo aquello que pudiera llegar a ocupar el lugar del Señor en la confianza del creyente (5:10-12).


Aunque Miqueas dedicó gran parte de su ministerio a predicar sobre el juicio y el castigo venideros (un tema muy pertinente para nuestro tiempo), por sobre todas las cosas, fue un profeta que anunció un futuro de esperanza. Dios levantaría un gobernante que haría que el pueblo viviera en paz (5:1-5). Miqueas dio una descripción bastante detallada de la venida del reino de Dios y de las bendiciones de Su venida para todo el mundo. En el último capítulo de su libro, Miqueas manifestó su confianza en que el Señor llevaría a cabo Su propósito en el mundo a pesar de la corrupción y la violencia imperantes. Mateo vio una descripción de Cristo en la esperanza de Miqueas respecto de la promesa de un nuevo gobernante y libertador (Mt. 2:6).