Joel
CONTEXTO HISTÓRICO DE JOEL
El libro de Joel no aclara cuándo fue escrito, y el principal acontecimiento histórico mencionado es la plaga de langostas; un dato de escasa utilidad para fechar la obra. Debido a que no se menciona rey alguno, una corriente de opinión sugirió que Joel habría vivido durante el reinado de Joás (835–789 a. C.), quien por ser menor de edad, gobernó bajo la regencia del sumo sacerdote Joiada. Hay quienes consideran la ubicación del libro entre los primeros profetas en el canon hebreo como prueba de una fecha de composición temprana. Una hipótesis alternativa propone aprox. el 500 a. C. a partir de los siguientes elementos: en el período posterior al exilio en Babilonia, no hubo rey en Judá; de las naciones mencionadas en el cap. 3, todas, excepto Seba, aparecen en Zac. 9 o 14; aunque la mención de griegos y sabeos no descarta completamente una fecha preexílica, la referencia a estos grupos coincide lógicamente con el período posexílico (Zac. 9:13). Cuando Joel describe lo que las naciones le hicieron a Judá (3:2-3), parece referirse a un hecho del pasado y, muy probablemente, se refiera a la caída de Jerusalén en 587 a. C. Aunque no es posible plena certeza, lo más factible es una fecha entre los años 500 y 400 a. C.
SIGNIFICADO DEL MENSAJE DE JOEL
Debido al efecto devastador de la plaga de langostas y de la sequía, no se podía cumplir con los sacrificios en el templo. Joel declaró que esto podía ser una señal de la ruptura del pacto entre Dios e Israel, y de la destrucción de Judá. Por lo tanto, Joel exhortó al pueblo a arrepentirse; tal vez el Señor, en Su misericordia, sería condescendiente (2:13-14) y aceptaría renovar la alianza, y restaurar y bendecir a la nación.
La segunda parte de Joel (2:28–3:21) describe un tiempo futuro, cuando el Señor juzgará a las naciones y restaurará a Judá y Jerusalén. El profeta conjuga las ideas de juicio y arrepentimiento para mostrar que, si bien las tinieblas serán absolutas en aquel día, Dios atenderá la voz de quienes lo invoquen. La respuesta del Señor ante el arrepentimiento de Judá durante la plaga de langostas prefiguró Su respuesta a todo el pueblo de Israel en el día postrero. Dios destruirá a las naciones que cometieron violencia contra Judá, así como destruyó a las langostas, y restaurará la suerte de Su pueblo, así como restituyó la tierra después de la devastación provocada por las langostas.
Joel anuncia que Dios derramará Su Espíritu en aquellos días y será refugio de todos los que lo invoquen (2:28-32; comp. Hch. 2:14-39). El propósito de esta profecía es desafiar al pueblo de Dios a vivir en justicia en medio de luchas y adversidad. Los profetas como Joel nos muestran la dimensión cósmica de la vida y, en este libro, también se nos enseña que Dios obra en todas las áreas de la vida, y hasta las calamidades son parte de Su plan. En esta época, cada vez más interesada en la búsqueda de respuestas exclusivamente científicas, Joel subraya que la dimensión material de la vida también está bajo la soberanía de Dios. Las respuestas de la ciencia son útiles, pero solo explican el cómo, no el por qué.
El mensaje de Joel también nos muestra la importancia del arrepentimiento y la comunicación permanente con Dios. La mayor tragedia de la plaga de langostas no fue la pérdida del alimento diario, sino la pérdida de la comunión con el Señor. Siglos más tarde, Jesús repitió las palabras de Dt. 8:3: «… no sólo de pan vivirá el hombre…» (Mt. 4:4).
