Autor

Se dice a menudo que Job es el libro más antiguo de la Biblia. Para apoyar esta opinión, se cita un texto del Talmud (colección de enseñanzas de los rabinos sobre el contenido y la aplicación práctica de la ley judía) que dice: «Moisés escribió su propio libro y Job» (Baba Bathra 14b). Hay otros elementos que contribuyen a reforzar la idea de la antigüedad del libro, como la comprobación de que no se menciona a la nación de Israel, ni se encuentran referencias explícitas a la ley de Moisés ni a ninguna forma de sistema sacerdotal. Un dato más a favor de esta opinión es la centralidad del clan en la narración —algo característico de la sociedad patriarcal—. Por último, los nombres de los personajes corresponden a los nombres que se usaban en aquella época.


Los eruditos de la alta crítica se apresuran a señalar, sin embargo, que Baba Bathra 15a cita una opinión discordante dentro del judaísmo y propone fechas para el libro de Job que van desde la época de los jueces hasta el siglo v a. C. En la actualidad, la crítica textual se inclina por un rango de fechas comprendido entre el siglo vii a. C. y el siglo ii a. C. Los eruditos bíblicos más conservadores tampoco logran consenso respecto de la fecha de composición del libro. Algunos se inclinan por la época premosaica; otros, por la época de Salomón, y otros sugieren una fecha tardía, como el siglo vii a. C.


Es importante llegar a diferenciar claramente la fecha de composición del libro de Job de la época en que transcurre la obra. Muchos de los argumentos a favor de una fecha de redacción temprana refieren al contexto histórico de la narración que, sin duda, remite a tiempos antiguos. Hay varios indicadores que corroboran la antigüedad del contexto histórico y cultural: Job gozaba de una elevada posición social debido a su riqueza personal, que consistía, principalmente, en ganado y una gran cantidad de criados (1:3); se menciona la plata como valor de intercambio monetario (28:15), pero el término kesitas usado en 42:11 solo se encuentra en textos anteriores a la época de la monarquía en Israel (Gn. 33:19; Jos. 24:32); además, Job conducía las ceremonias religiosas de su familia, como la purificación y los sacrificios (Job 1:5), una función que la ley reservaba a los levitas. Finalmente, también la muerte de Job a la edad de 140 años, «Y murió Job viejo y lleno dedías» (42:17) es característica de la época patriarcal (por ej., Abraham, Gn. 25:7-8; Isaac, Gn. 35:28-29).


Sin embargo, la fecha de redacción de la historia de Job es una cuestión diferente. Todos los intentos de determinar una fecha, ya sea a partir de elementos lingüísticos o literarios, o tomando en cuenta la visión teológica o filosófica, han dado lugar a interpretaciones variadas y resultaron, por lo tanto, inconclusos. Una fecha probable podría ser la época de Salomón, con el inicio de un florecer de la literatura sapiencial.


A pesar de que se desconoce el nombre del autor y la fecha de composición de Job, el lugar de Job entre los libros de la Biblia jamás se cuestionó seriamente. En cambio, se ha cuestionado si es una obra de carácter histórico o de ficción.

LA CREDIBILIDAD DE JOB

Se plantean interrogantes respecto de si Job fue un personaje histórico y si los hechos narrados fueron reales, o si solo se trata de una historia bien lograda. ¿Es acaso ficción, como ciertas historias sobre el sufrimiento de personas inocentes que han llegado hasta nosotros a través de la antigua literatura de Mesopotamia, Egipto y de otras culturas? En respuesta a tales cuestionamientos, señalaremos que es posible que estas otras historias, con las que se relaciona el libro de Job, no sean ficción sino relatos de hechos reales. Por otra parte, los esfuerzos por establecer un paralelismo o una relación de dependencia entre el relato del sufrimiento de Job y esas antiguas fuentes del Cercano Oriente no han aportado mucho en términos de la comprensión e interpretación del libro.


La falta de datos que contradigan la historicidad en forma convincente indica que debemos considerar las pruebas de manera objetiva, y estas apuntan a la existencia real de una persona llamada Job. Ciertamente, el estilo del versículo de presentación de Job (1:1) es muy similar a la presentación de Elcana, el padre de Samuel (1 S. 1:1), cuya existencia real nadie pone en duda. Además, Ezequiel vincula a Job con otras dos figuras históricas, Noé y Daniel (Ez. 14:14,20). Al parecer, Jacobo (Santiago), el hermano de Jesús, aceptaba la historia de Job y la intervención de Dios en su vida, tanto como aceptaba los hechos de la vida de los profetas que sufrieron aflicción a causa de su entrega al Señor (Stg. 5:10-11).


Otro punto que se le critica al libro de Job es su perspectiva teológica, que algunos califican de rudimentaria. La crítica se basa en que el libro muestra a Dios como un soberano mucho más interesado en Su poder y señorío que en la situación apremiante de Sus criaturas. No se parece al Dios bueno y misericordioso que describen las Escrituras hebreas y cristianas en época posterior, puesto que se lo muestra insensible ante la situación de Job y remiso a aliviar su sufrimiento, hasta no haber demostrado que Él es Señor de toda la creación y todas las criaturas, Job incluido.


Pero esta postura pasa por alto gran parte de la presentación que el libro hace de Dios. Desde el comienzo, vemos que Él sabe qué clase de hombre es Job, reconoce su integridad (1:8; 2:3) y se preocupa por su vida (1:12; 2:6). Durante el largo período que Job es puesto a prueba por Satanás, sus amigos y el propio Job a menudo reconocen que Dios es justo y dador de todo bien.

EL PROBLEMA DEL SUFRIMIENTO

Aunque el libro de Job nunca aborda de lleno la solución al problema del sufrimiento, no hay en el libro ningún elemento discordante con las enseñanzas de la Escritura sobre este tema. Así, la historia de Job nos recuerda que el sufrimiento puede ser un deber sagrado permitido por Dios a fin de que la persona que sufre llegue a confiar y descansar plenamente en Él. Por cierto, el significado del nombre de Job («dónde está el padre») muy posiblemente refleje el propósito más profundo del libro. En lugar de preguntar: «¿Dónde está Dios cuando lo necesito?», una pregunta más básica sería: «¿Es la presencia de Dios suficiente para todo lo que debemos enfrentar en la vida?». La respuesta es un «sí» rotundo. Sólo Dios —no el hombre— es fuente de verdadera dirección, fortaleza y plenitud.


Aquellos que atraviesan momentos dolorosos deben comprender que el poder de Dios se manifiesta en cualquier situación que les toque vivir, y que Él puede ayudarlos a sobrellevar las pruebas más difíciles. Cuando reconocemos que Dios es verdaderamente el Señor de toda nuestra vida, nos sentimos reconfortados en la seguridad de que, sin importar qué nos suceda, Él cumplirá el propósito que tiene para nosotros.


La vida fue creada para gloria de Dios y para el bien de la humanidad. Por eso Job recibió mayor bendición de Dios cuando dejó su autosuficiencia y se dio cuenta de que sólo la presencia del Señor es suficiente.