La carta de Pablo a los efesios es una pequeña obra maestra, expresión madura de su teología y de sus implicancias para la vida cristiana. Quizá la brevedad de la carta oculte su real envergadura y profundidad espiritual. Hasta el siglo xix, los intérpretes bíblicos entendían el primer versículo de la carta en un sentido literal, atribuida a la pluma de Pablo. A partir de F. C. Bauer (1845), la mayoría de los eruditos de la alta crítica dejaron de atribuirle la carta a Pablo. Sin embargo, es posible argumentar a favor de la autoría del apóstol; de hecho, se han propuesto argumentos convincentes que se inclinan hacia una y otra postura.
A pesar de que en la propia carta se dice que Pablo es el autor, casi no hay en Efesios referencias a relaciones personales como sería de esperar en una carta personal. Esto resulta particularmente extraño teniendo en cuenta que Pablo permaneció cerca de tres años en Éfeso (Hch. 19:10; comp. 19:1–20:1; 20:16-38). En consecuencia, muchos estudiosos argumentan que la carta es seudónima (escrita por otra persona que usó el nombre de Pablo) y citan, a modo de prueba, el vocabulario, el estilo y las diferencias teológicas con otros escritos de Pablo, además de los textos de esta carta que son semejantes y paralelos con Colosenses.
La casi totalidad de las cartas paulinas a las iglesias se estructuran a partir de uno o más problemas que vivía esa comunidad. Pero Efesios es diferente; es una carta de carácter universal. Su contenido es fruto de una sustancial y madura reflexión teológica que fue gestada a lo largo del tiempo, sin apresuramientos. La propia carta informa que fue escrita en prisión. Pablo pasó la mayor parte de su vida como apóstol viajando de un lugar a otro, pero el tiempo que pasó en prisión en Cesarea (fines del año 50) o en Roma (comienzos del año 60) bien pudo ser la oportunidad para reflexionar y profundizar sobre las implicancias del evangelio que se le había encomendado predicar.
Quienes niegan la autenticidad paulina de la carta se basan en la ausencia de referencias personales que sí están presentes en las demás cartas de Pablo. Sin embargo, esta ausencia de información personal no es absoluta; en dos oportunidades se identifica a Pablo como el autor (1:1; 3:1) y tres veces se dice que Pablo está preso (3:1; 4:1; 6:20).
Además, el relato del llamado y la vocación de Pablo coinciden plenamente con la información sobre el llamado y la respuesta del apóstol, que conocemos a través de otras fuentes. Una de las ideas propuestas por algunos eruditos del N. T. es que la carta se escribió con el propósito de que circulara entre diversas iglesias. Si están en lo cierto, sería lógico que la carta evitara hacer referencias específicas a situaciones concretas o personales. Quizá Pablo agregó una nota para cada una de las iglesias donde la carta sería leída. Otra alternativa es la que el propio apóstol menciona al finalizar la carta: «Para que también vosotros sepáis mis asuntos, y lo que hago, todo os lo hará saber Tíquico, hermano amado y fi el ministro en el Señor, el cual envié a vosotros para esto mismo, para que sepáis lo tocante a nosotros, y que consuele vuestros corazones» (6:21-22). Es probable que Pablo, en aquel momento, no considerara prudente incluir cierto tipo de información en la carta y, por lo tanto, les aseguró a los efesios que Tíquico les informaría en persona lo que él no podía poner por escrito.
En términos de su estructura, la carta puede dividirse en dos partes. Después del saludo inicial de Pablo (1:1-2), la primera mitad de la carta se compone de una exposición teológica que explica en detalle quiénes son y qué bendiciones reciben aquellos que están en Cristo (1:3–3:21). La segunda mitad, enumera una serie de exhortaciones éticas de Pablo, es decir, las obligaciones de aquellos a quienes Cristo define su identidad (4:1–6:20).