1 JUAN

Autor

La primera epístola de Juan es anónima, aunque la iglesia primitiva invariablemente atribuyó esta carta (y también 2 y 3 Juan) a la pluma del apóstol, y nunca sugirió otros nombres. Las pruebas a favor de la autoría juanina son firmes y sólidas, y se construyen a partir de algunos elementos clave que no debemos olvidar: (1) el autor afirmó ser testigo directo del ministerio de Jesús (1:1-3); (2) la primera carta de Juan muestra gran similitud con el Evangelio de Juan en su teología, vocabulario y sintaxis; (3) líderes reconocidos de la iglesia primitiva como Papías, Policarpo, Ireneo y Clemente de Alejandría confirmaron que el apóstol Juan fue el autor.


En 2 y 3 Juan, el autor se identificó como «el anciano» y, según la tradición, este anciano era el apóstol Juan, el mismo que escribió 1 Juan. Por cierto, la indiscutible semejanza en vocabulario, tema y manejo del idioma determinó que la mayoría de los eruditos bíblicos contemporáneos coincidieran en atribuir las tres cartas a un mismo autor, incluso aquellos que rechazan la hipótesis de que el autor haya sido Juan. Sin embargo, el estilo literario de las dos breves cartas es tan similar al de 1 Juan y al del Evangelio que podemos aseverar que se trata de un mismo autor.

TEMAS EN 1 JUAN

La carta de 1 Juan fue dirigida a un grupo de iglesias que atravesaban una situación crítica debido a la infiltración de falsas doctrinas (comp. 2:18-28; 4:1-6; 5:6-7). Algunas personas relacionadas con la comunidad cristiana se habían adherido a doctrinas heréticas referidas, especialmente, a Cristo, y se habían alejado de la iglesia (2:19). Ante esta situación, el apóstol escribió 1 Juan con dos objetivos principales: combatir el adoctrinamiento de los falsos maestros, y dar confianza y seguridad a los creyentes.


En el aspecto doctrinal, los falsos maestros representaban una amenaza para la persona y la obra de Jesucristo, porque rehusaban confesar que Jesús de Nazaret era el Cristo (2:22) y negaban que el Hijo hubiera «venido en carne» (4:2-3). Lo más probable es que estos falsos maestros hubieran estado influenciados por las primeras ideas del gnosticismo. Si bien este tuvo diferentes expresiones, el énfasis común fue considerar lo espiritual esencialmente bueno y la materia, inherentemente mala o inferior. Dominados por esta visión, los falsos maestros veían a Cristo como una suerte de espíritu o fantasma. Esta visión equivocada de la persona de Jesús iba de la mano de una visión distorsionada de Su muerte. La carta de 1 Juan contiene afirmaciones categóricas que subrayan la función expiatoria de la muerte de Cristo (2:2; 4:10).


En cuanto a la moral, los falsos maestros minimizaban la gravedad del pecado (1:6-10) y afirmaban que era posible estar en comunión con Dios independientemente de la conducta de la persona (1:6). Juan, por el contrario, insiste en que nuestra relación con Dios tiene profundas implicancias éticas (comp. 2:3-4). Con respecto a la vida comunitaria, el problema de los herejes era que su gran orgullo espiritual les impedía amar a los demás (2:9,11). Juan afi rma que el cristianismo auténtico se manifiesta en el amor entre los cristianos (3:14; 4:7-21).


Con el propósito de brindar seguridad y confianza a los creyentes, Juan les recuerda a las iglesias la verdad del cristianismo tal como la habían recibido desde el comienzo. El apóstol quiere que los lectores sepan que ya poseen vida eterna (5:13), y les explica qué pruebas pueden realizar para confirmar que andan en la verdad (1 Jn. 1:5–2:2; 2:3-11; 3:7-10,14-15; 4:4-6,8,13-15; 5:13,18-20).


Juan encara el tema de la confianza y la seguridad desde una apologética con dimensiones objetivas y subjetivas. Objetivamente, Juan afirma que los hechos de la vida de Jesús fueron presenciados por testigos directos que luego transmitieron a otros lo que habían visto y oído (1:1-3); así, los creyentes pueden confiar en la historicidad de la vida y la obra de Jesús, y pueden, de igual modo, confiar en que todos aquellos que creyeron en el Hijo de Dios ya poseen vida eterna (5:12). Desde una perspectiva subjetiva, los cristianos saben que su vida es transformada mediante la fe en Cristo (5:13).