1 CRÓNICAS
LA IMPORTANCIA DE LAS GENEALOGÍAS
El Cronista atribuyó notable importancia a las genealogías, por lo tanto, el lector moderno no puede minimizarlas si tiene verdadero interés por comprender el mensaje del libro. Algunas listas genealógicas muestran el parentesco entre Israel y las tribus vecinas, mientras que otras sirven para legitimar a quienes ocupan puestos jerárquicos y de poder. Las genealogías reflejan una visión teleológica de la historia, es decir, la visión de que la humanidad avanza hacia la meta fijada por el Creador. Más importante aún, estas listas encuadran la visión del Cronista expresada en la frase «todo Israel».
Esta expresión, muy significativa, aparece 45 veces a lo largo de la obra. Para el autor, ya no había norte ni sur, Israel ni Judá, sino tan solo «todo Israel». Las genealogías resaltan la unidad de los hijos de Jacob, a quienes el Cronista siempre llama «todo Israel». Así, leemos que «todo Israel» aceptó a David como rey en Hebrón (1 Cr. 11:1). Las listas en 1 Cr. 11–12 parecen responder a esta visión de «todo Israel»: «Todo Israel» estuvo presente en la dedicación del templo (2 Cr. 7:8); Ezequías convocó a «todo Israel» a rendir culto en Jerusalén (2 Cr. 30:1), y aunque la mayoría se burló de la invitación del rey, algunos «se humillaron» delante de Yahvéh y fueron a adorar en Jerusalén (2 Cr. 30:11). Aunque Israel se había dividido, el daño no era irreparable, y el pueblo siempre tenía posibilidad de arrepentirse.
El libro de Crónicas, básicamente, ignora al reino del norte, excepto en sus interacciones con Judá. Esto ofrece una clave importante con relación al propósito del autor; el Cronista intentó probar que la nación recientemente restaurada era la verdadera heredera del pacto de David. Es lógico, pues, que la mayor parte de los textos de Crónicas estén dedicados a David y Salomón, el ideal de realeza según Deuteronomio. El autor presumía que sus lectores conocían el contenido de los libros de Samuel y Reyes, de modo que solo incluyó la información necesaria para ubicar el contexto histórico. Asimismo, decidió omitir las faltas personales de David y de Salomón, y también las historias de Absalón, Amnón y Adonías, porque no eran significativas en términos del culto en el templo ni de otras instituciones de la teocracia (gobierno ejercido por Dios). Algunos estudiosos sugieren que el Cronista trató de encubrir los pecados y defectos de David y de Salomón, pero no hay duda de que el autor esperaba que los lectores estuvieran familiarizados con el contenido de Samuel y Reyes. Los aspectos negativos de los reyes eran públicos y notorios, de modo que no se trataba de encubrimiento; simplemente, no eran pertinentes a los temas que preocupaban al autor, cuya atención estaba centrada en las consecuencias de la idolatría y en el deseo de Dios de que los pecadores se arrepintieran y retomaran el camino de la obediencia a la ley de Moisés. Dicha obediencia debía ser la característica fundamental de toda persona que aceptaba el pacto con Yahvéh, puesto que la nación elegida debía ser fiel reflejo de la moral de su Señor.
En su magnífico estudio sobre la historia de Israel, el Cronista a menudo recurrió a fuentes de la propia Escritura: el Pentateuco (los cinco primeros libros de la Biblia), Josué, Samuel y, particularmente, los libros de Reyes, citados de manera explícita en 2 Cr. 27:7; 35:27 y 36:8. Para construir las genealogías, el Cronista seguramente se valió de otras fuentes además del material bíblico. Las diferencias en cuanto al orden y la distribución son tan notorias que permiten concluir que hubo otras fuentes que pudieron ser preservadas a pesar de la destrucción de Jerusalén en el 586 a. C.
LA CREDIBILIDAD DE 1 Y 2 CRÓNICAS
Aun cuando existe la certeza de que el Cronista conocía y consultó el libro de Reyes, al comparar detenidamente los pasajes paralelos, se observa que hay datos en Crónicas que no figuran en Reyes y, a la vez, se omiten otros presentes en Reyes. Esto sugiere que el Cronista consultó otra fuente o fuentes, además de Reyes, pero también pone de manifiesto que el propio autor de Reyes consultó esa otra fuente o fuentes. Por ejemplo, en 2 Cr. 24:27 se cita el «Libro de los reyes». Otras fuentes extracanónicas usadas por el Cronista incluyen narraciones de profetas y videntes (1 Cr. 29:29; 2 Cr. 9:29; 12:15; 13:22; 24:30; 26:22; 32:32; 33:19), y genealogías oficiales preservadas en archivos del gobierno, aunque no han llegado hasta nosotros.
Algunas diferencias en los textos de Crónicas se deben a que el Cronista consultó textos hebreos de una tradición diferente de la que consultó el autor de Reyes. Los expertos en crítica textual lograron reconstruir la historia de los mss. mediante el estudio comparativo de grupos de variantes textuales en diferentes mss. Así, llegaron a la conclusión de que en tiempos del Cronista existían dos grandes «familias» de mss. hebreos de Crónicas: la familia que finalmente se conoció como «texto masorético» (TM), y una menos conocida, la familia «palestina», representada por la recensión luciánica de la LXX y el Pentateuco Samaritano. El texto de Crónicas está basado en una copia de Samuel-Reyes más aproximada a la familia palestina que al TM usado en las actuales versiones impresas de la Biblia hebrea. Sin embargo, la mayoría de las diferencias se explican a partir de la comparación del propósito literario de Reyes y de Crónicas.
Ante la pregunta sobre la credibilidad histórica de 1 y 2 Crónicas, la respuesta es afirmativa: son fidedignos. Sin embargo, como la manera de escribir y seleccionar el material adoptada por el autor representa claramente el punto de vista de Judea y de los levitas, los eruditos de la alta crítica se han inclinado a sostener que Crónicas es tendencioso y que, por lo tanto, su testimonio histórico carece de valor. Pero recordemos que el Cronista no pretendió escribir una narración histórica objetiva, en el sentido moderno. La selección del material se basó en criterios diferentes. El libro se escribió en el contexto de la teocracia judía posexílica con el propósito de presentar una visión correcta y correctiva de la historia de Israel, desde sus orígenes hasta el final del exilio, marcado por el edicto de Ciro. El Cronista compuso una síntesis histórica desde una perspectiva teológica definida, con la intención de que sirviera como antídoto contra la apatía espiritual de su tiempo.